El gato naranja
Se apareció de repente y encaró hacia el interior de la casa. Había estado agazapado debajo del auto en la cochera y aprovechó que yo había dejado entreabierta la puerta de acceso a la casa, pues un instante antes había sacado la basura a la calle, para ganarse al living, justo antes de que yo entrara. Alicia estaba en la cocina y le grité:
--¡Hay un gato! ¡Un gato barcino! -- refiriendo al color atigrado y naranja de su pelaje.Ella lo vio y abrió la puerta del fondo para que escapara al patio de atrás, pero el felino se escondió en cualquier lugar.
Lo buscamos intensamente y chuzamos con el cabo de la escoba los rincones y bajo los muebles infructuosamente. La perra ladraba al intruso pero ni ella sabía donde estaba y le aviso a Alicia:
--¡Se fue para el piso alto!
escapado y seguimos nuestras tareas.
Luego de ver televisión me pegué una ducha caliente y me fui a dormir enseguida.
el el felino estaba en la escalera y la perra lo perseguía con ladridos.
huyó hacia la cochera bajando rápidamente la escalera y cerramos la puerta
inmediatamente. Eran las cinco y media de la mañana y se recuperó la calma.
Me puse una remera pues había estado persiguiendo un gato en bóxer y medias, me vestí para calentar mi cuerpo y lentamente vi amanecer el día con un café con leche calentito.
Cerca del mediodía tocan el timbre y una chica joven acompañada de unos niños me pregunta si no vi su gato naranja. Me dice que es la vecina y que la gata naranja de su hija desapareció y no la encuentra. Le conté la aventura nocturna con el felino y los eternos ladridos de Lupita desde las cinco de la mañana y me dice que algo escuchó de esos ladridos. También le dije que desde las cinco y media la gata salió de mi casa y no supe más de ella.
Se fueron descorazonados con la esperanza de que estuviera en alguna casa vecina.
A eso de las dos de la tarde en el grupo de WhatsApp vecinal,
se difundió la noticia: la gata había aparecido muerta por posible infarto en un
terreno cercano de la otra cuadra.
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